Selección Española El jugador del Villarreal habló con MARCA durante la concentración de la Sub 21 09/09/2019
Cuando sólo tenía 16 años, Fernando Roig junior, consejero delegado del Villarreal, dijo que el mejor fichaje que podía hacer para el conjunto amarillo era ver debutar a Manu Morlanes (Zaragoza, 1999)con el primer equipo. Ahora, a sus 20 años, este estudiante de económicas se ha asentado en la plantilla del conjunto amarillo y ha sido llamado por primera vez por la selección sub 21. Habla un chaval que trata por igual la palabra y la pelota. Un lujo.
Cuando uno pone su nombre en Google sólo encuentra noticias positivas.
Estoy muy contento. Desde que me recuperé de la lesión todo ha ido en buena dirección pero ahora, con la renovación, el debut en Primera y la ficha con el primer equipo, mucho más. Es un orgullo tanto para mi familia como para mí porque al final todos los momentos malos que he pasado se ven recompensados en gran medida. Con trabajo y con ilusión veremos qué depara este año, que tengo muchas ganas.
¿Después de tanto tiempo soñando con estar en Primera, da tiempo a disfrutarlo?
Todo va muy rápido y es cierto que a veces deberíamos valorar, en el fútbol y en la vida en general, lo que tenemos y lo que uno ha conseguido. Pero como te relajes un momento llega el fin de semana y el míster no te pone o sube otro chico y lo hace bien y todo cambia. Hay que disfrutar de los momentos buenos pero siempre con humildad y con los pies en el suelo. Sobre todo sin parar de trabajar y con mucha ilusión.
El nombre de Manu Morlanes siempre ha sonado con fuerza en el fútbol de cantera, ¿cómo ha vivido con ello?
Hasta que uno no llega al primer equipo y ve la magnitud de lo que puede ser el fútbol profesional, con toda la gente que mueve, uno está tranquilo. Al final, uno juega mal y no tiene esa transcendencia de un partido de Primera. Cuando uno es joven intenta disfrutar del fútbol, ser feliz con los amigos, que es lo más importante, y ser feliz jugando al fútbol. Ya, cuando llegas al fútbol profesional uno se da cuenta que todo es diferente, que lo vivido es una ‘mentirijilla’, porque ya es un trabajo, un día a día, una forma de vivir. Yo la he elegido encantado, pero uno tiene esa responsabilidad y hay que llevarlo con la mayor normalidad posible.
Ante los halagos, ¿la familia le pone en su sitio a uno?
Tengo la suerte de que mi familia es muy normal, humilde y que siempre me ha enseñado a ser uno más, como el resto. No han permitido que me creciera. Tampoco he sido una persona a la que le guste creerse más que el resto. En este sentido no he tenido problema. Es la educación que me han dado mis padres.
¿Cómo vivió su familia su salida de casa tan joven y todo el camino hasta Primera?
Siempre me han intentado ocultar esa parte negativa y me han hecho ver todo de manera positiva. Es cierto que pudieron llevarlo algo peor porque están en un segundo plano y sufren el doble por mí. Me ven sólo en el día a día. Cuando las cosas van bien están tranquilos pero si uno está mal, los padres siempre tienen dudas. De todas formas, casi todas las semanas venían a verme. Tengo una relación magnífica con ellos y siempre que los necesito están ahí.
Ya instalado en la élite. ¿Lo disfruta casi más su familia que usted?
Mi familia es normal, trabajadora que se ha ganado la forma de vivir. Ahora ven que todos los trayectos de Zaragoza a Villarreal o los esfuerzos realizados por poder vivir del fútbol y ser profesional, han merecido la pena. Mis padres se merecen todo esto porque sin ellos no habría sido posible. En los primeros años en Villarreal me costaba no ir a casa un fin de semana y ellos siempre estaban por la labor de venir a verme, de llevarme a Zaragoza, que estuviera lo más cómodo posible. Se lo merecen más que nadie y creo que estarán contentos.
¿La lesión fue un momento muy complicado?
Uno no es consciente de la magnitud hasta que le dicen lo que hay. Pero tenía claro que me iba a servir para algo positivo y así ha sido. Cuando uno toca fondo es cuando más valora el fútbol, el día a día con los compañeros, el salir al campo y poder jugar. Volví mucho más maduro de la lesión, aprendí a valorar a las personas que están contigo en el día a día e igual hay gente que crees que va a estar siempre y no lo está. Es una etapa que no cambiaría porque me hizo ver muchas cosas buenas.
Fue la demostración de que la cabeza es clave en el fútbol.
La cabeza es el 99,9% del fútbol, es lo que nos mueve. Uno ve partidos en los que la afición aprieta y cuando las piernas no van, la cabeza las mueve. Llámalo como quieras, pero la cabeza es lo más importante. Cuando uno no juega, es la cabeza la que hace que uno tenga confianza en uno mismo y cuando las cosas van bien igual, te ayuda a estar tranquilo, sereno y que no se te vaya todo de madre.
Toma el testigo en el mediocentro del Villarreal de futbolistas como Bruno, Rodri, Trigueros… ¿Qué tiene el Villarreal en esta demarcación?
Tomar el testigo son palabras mayores. El Villarreal ha sacado en los últimos años medicoentros de un nivel espectacular como Rodri, Bruno Soriano, Senna, Cazorla… Poder compartir vestuario con algunos de ellos es un placer. Trato aprender todo lo que puedo con ellos y ojalá algún día pueda ser la mitad que ellos.
Estar con Bruno o con gente como Cazorla, ¿es una lección diaria?
Son gente muy cercana que han pasado por la misma situación que yo, subiendo muy jóvenes al primer equipo y siempre te intentan hacer la vida lo más fácil posible. Siempre han estado para ayudarme en cualquier cosas y les estoy muy agradecido.
Empieza una nueva temporada tras una en la que se asentó en el primer equipo.
La afronto con mucha ilusión, sé que es una plantilla muy amplía y con mucha competencia, pero es algo sano para el grupo y bueno para mí porque al final voy a crecer como jugador. Es cierto que no he tenido mucho protagonismo en estas primeras jornadas, pero voy a seguir trabajando para demostrar al míster que puede contar conmigo.
Son muchos mediocentros para dos puestos.
Este año no tenemos tres competiciones como el año pasado y el reparto de minutos igual no es tan amplío pero al final uno debe trabajar y estar preparado para el momento en el que le toque.